Esta uva con mucha historia y linaje es responsable de la mayoría de los grandes vinos del mundo. De maduración algo tardía, necesita de todo el calor que se le pueda ofrecer. Gusta de climas templados y de suelos que capturen bien la radiación solar, los que luego le servirán de estufas naturales durante las noches frías. Su adaptabilidad geográfica es sólo desafiada por la de la Merlot, y esto ya es mucho decir. Una vez que logra su ansiada maduración fenólica nos seduce con un amplio ramillete de intensos y singulares aromas y sabores.
Su DNI nos muestra de manera irrefutable que es hija de la Cabernet Franc, de la cual heredó sus aromas de pimienta y grosellas negras, y de la Sauvignon Blanc, que contribuyó con notas de pimento verde.
Podemos decir sin temor a equivocarnos que es en Burdeos, Francia donde la Cabernet encuentra su remanso y se desarrolla plenamente. Sobre todo en la margen izquierda del estuario de Gironda, en las zonas de Medoc y Graves, donde sola o mezclada con la Cabernet Franc, Merlot o Petit Verdot produce un conjunto de vinos notables y afamados a nivel mundial.
¿Qué tipos de vinos nos da la Cabernet?
De esta uva obtenemos vinos tintos y rosados. Sus colores son intensos y brillantes y van desde el rojo rubí o granate hasta los profundos tonos purpúreos/violáceos. Entrega aromas de grosellas, pimienta negra y roja, ciruelas, moras, pimiento rojo o verde, tabaco, grafito, cedro, trufas y aceituna negra componen sus principales descriptores. En el paladar despliega una buena carga de frutillos y especias, excelente estructura tánica, riqueza alcohólica y grata acidez. Aquellos que han sido añejados en barricas de roble y en botella pueden presentar toques torrefactos, de chocolate y cuero. Debido a su excelente tanicidad y acidez son vinos que tardan en madurar por lo que es recomendable darles algunos años de reposo antes de descorcharlos.
¿Qué origen debemos elegir?
Si la economía nos lo permite busquemos algún Cru de Burdeos, en donde la fineza y la estructura se funden perfectamente. La ventaja de la Cabernet Sauvignon es que nos posibilita acceder a excelentes ejemplares en toda gama de precios. En Sudamérica, tanto Argentina como Chile nos entregan vinos de buena relación calidad/precio, fruta madura y grata rendondez. Tanto Napa como Sonoma en California, nos dejan saborear vinos robustos, longevos y de taninos potentes. Barossa y Coonawarra, en Australia nos dan fruta dulce y madura, suaves taninos y moderada acidez. En Sudáfrica, especialmente en Stellenbosch, se produce un Cabernet sabroso y de muy alta calidad. Tanto en Australia como en Sudáfrica es usual encontrarla en blend junto con la Shiraz o Syrah.
La Cabernet armoniza de manera estupenda todo tipo de carnes rojas, pastas, charcutería y embutidos, quesos semi curados, aves y pescados con salsas reductivas o condimentadas. Sea el tipo de comida que elijas, siempre encontrarás un vino de Cabernet que lo acompañe.